Chile
El desafío inaplazable de las universidades: Innovar o desaparecer
Las universidades han sido pilares de la civilización durante siglos, pero el mundo del siglo XXI impone una realidad ineludible: adaptarse o quedar obsoletas. En un contexto donde el cambio climático, la revolución digital y la globalización redefinen el conocimiento y el acceso a la educación, las instituciones de educación superior enfrentan un reto existencial.
El exrector de Harvard, Lawrence Summers, lo expresó de manera contundente en un foro de rectores en España: "Las universidades han cambiado menos en mil años que los bancos en las últimas décadas". Este comentario resalta un problema estructural: la inercia institucional, que impide a muchas universidades transformarse al ritmo que exige la sociedad contemporánea.
Universidades en riesgo: Una crisis que pocos ven
A pesar de los crecientes desafíos, muchas universidades no parecen percibir la magnitud del problema. La Encuesta de Proyecciones y Expectativas en Actores Estratégicos de la Educación Superior (EPAES) 2024 reveló que el 48% de las universidades estatales y el 78% de las privadas en Chile consideran su situación financiera "sólida" o "muy sólida". Sin embargo, los datos del Ministerio de Educación cuentan otra historia: 28 de las 58 universidades chilenas están en riesgo económico. Además, la reducción de la tasa de natalidad proyecta una disminución sostenida en la matrícula de pregrado, lo que reducirá los ingresos y podría llevar al cierre de algunas instituciones en el futuro.
La realidad es clara: la educación superior ya no puede depender únicamente del modelo tradicional basado en jóvenes recién egresados del colegio. Las universidades deben diversificar su enfoque y apostar por la educación continua, dirigida a profesionales que requieren actualizarse constantemente en un mundo laboral en transformación.
La democratización del conocimiento: Una amenaza y una oportunidad
El monopolio del conocimiento que alguna vez ostentaron las universidades está siendo desafiado por empresas tecnológicas, plataformas de aprendizaje en línea y centros de investigación privados. Hoy, un estudiante puede acceder a cursos de alta calidad en inteligencia artificial, cambio climático o negocios a través de plataformas como Coursera, edX o Khan Academy, muchas veces a costos inferiores o incluso sin costo alguno.
Ante esta competencia, las universidades tienen dos caminos: resistirse al cambio o integrarse activamente a esta nueva era del aprendizaje. Para ello, deben flexibilizar su oferta académica, incorporar tecnologías educativas avanzadas y fortalecer la colaboración con empresas y gobiernos para generar investigación aplicada con impacto real en la sociedad.
Hacia un nuevo pacto universitario
El futuro de la educación superior requiere una transformación profunda que reconfigure su propósito y su modelo de funcionamiento. Esto implica:
- Flexibilización curricular: Diseñar programas modulares y personalizables que permitan a los estudiantes y profesionales construir trayectorias formativas adaptadas a sus necesidades y al mercado laboral.
- Colaboración estratégica: Crear alianzas con el sector privado y público para desarrollar soluciones innovadoras en áreas como sustentabilidad, inteligencia artificial y salud pública.
- Inclusión de nuevos públicos: Enfocarse en la educación a lo largo de la vida, incorporando programas diseñados para profesionales en ejercicio y adultos mayores.
- Transformación digital: Integrar herramientas de aprendizaje en línea, inteligencia artificial y análisis de datos para mejorar la enseñanza y la gestión educativa.
Históricamente, algunas universidades han liderado procesos de vinculación con la sociedad. Sin embargo, esto ya no es suficiente. Se necesita un esfuerzo más ambicioso, que permita a las instituciones convertirse en verdaderos motores de cambio social, científico y económico.
El mundo está cambiando y las universidades deben evolucionar con él. No basta con reconocer la necesidad del cambio; es hora de actuar con determinación para garantizar su relevancia en el futuro. El reto es claro: innovar o desaparecer.