El agroturismo como alternativa de ingresos, pretende valorar y salvaguardar las tradiciones y vivencias culturales de diferentes lugares del sector rural. Por su parte, el Desarrollo Económico Local (DEL) se relaciona con el agroturismo a través de la incorporación de estrategias de desarrollo socioeconómico a partir del conocimiento tradicional, mediante propuestas innovadoras y a su […]
El agroturismo como alternativa de ingresos, pretende valorar y salvaguardar las tradiciones y vivencias culturales de diferentes lugares del sector rural. Por su parte, el Desarrollo Económico Local (DEL) se relaciona con el agroturismo a través de la incorporación de estrategias de desarrollo socioeconómico a partir del conocimiento tradicional, mediante propuestas innovadoras y a su vez garantizando la propia supervivencia, como un imperativo ético que contribuye a la conservación del entorno natural y social.
Por Guido Asencio
Académico
El preservar la base de recursos y conocimiento que nos han legado la naturaleza y las diferentes comunidades campesinas de nuestro país, constituye un valor histórico a considerar a la hora de hablar de desarrollo rural, debido a que la historia ha colocado en su lugar el trabajo abnegado de miles de campesinos y empresarios que por tradición han trabajado sus territorios, pero que inicialmente han estado poco conectados con una estrategia real de desarrollo, actuando más bien por inercia, no obstante, algunas instituciones públicas que se han preocupado de insertar políticas públicas para mejorar las condiciones del mundo rural.
A partir del desarrollo de varias expresiones de actividades agrícolas, han surgido variantes que agregan valor al mismo, a través de la incorporación de elementos de la sustentabilidad, como ocurre con la agroecología, concepto que se refiere al desarrollo rural involucrando al entorno social mediante la interacción con los atractivos típicos del campo. En esto, la agroecología se presenta como una “cultura del campo” y una oportunidad en el contexto actual de crisis socio-ambiental de la agricultura moderna.
Por su parte, cuando se habla del binomio agroecología y turismo, se refere a las oportunidades que la actividad turística puede generar sobre el mantenimiento y potenciación de la agricultura tradicional, donde la diversificación se centra en conocer el agroturismo como una actividad que podría potenciar la forma de dar a conocer las bondades endógenas del territorio, buscando un equilibrio necesario para no profundizar las históricas explotaciones de nuestra naturaleza.
Esta columna se centra en identificar las diversas estrategias de diversificación que las formas de generar un mejor desarrollo en las actividades agrarias, poniendo especial énfasis en aquellas que incorporan algún elemento innovador, así como también pretende analizar las repercusiones en la mejora de las perspectivas económicas sociales de las áreas rurales, reconociendo que el trabajo para proyectar la agricultura con estas características, necesariamente debe estar conectado al desarrollo de proyectos que vinculen a diferentes instituciones públicas como empresas privadas, con el fin de llevar la colaboración y la competencia al nivel que requieren los productores locales.
Por ser el turismo una actividad económica de gran auge a nivel internacional y que desempeña un papel relevante en la economía, es necesario analizar el impacto medioambiental, las relaciones entre turismo y medio ambiente son cada día más estrechas, ya que las tendencias actuales de la demanda turística se orientan hacia un turismo basado en la naturaleza y como tal este puede contribuir a la conservación del patrimonio natural.
La dinámica del desarrollo actual del turismo se caracteriza por ser muy distinto a las épocas pasadas, hoy se le da más importancia a elementos sustanciales como son los aspectos medioambientales, además de una creciente demanda por ampliar la mirada hacia revalorizar lo recreativo, el ocio, los lugares naturales de zonas rurales, lo cual ha llevado a connotar de diferentes formas este tipo de turismo, constituyendo alternativas que incorporan la relevancia tanto del patrimonio material como inmaterial de los territorios.
El mundo rural, entrega un atractivo que releva las actividades agrarias, surgiendo la necesidad de darle la importancia del sector campesino, resaltando los saberes locales o imaginarios colectivos desde una perspectiva histórica, lo cual se puede conectar con la tendencia de extraer el importante rol que cumplen los factores endógenos, donde lo local cobra relevancia, para lo cual será necesario aportar con una mirada integral del desarrollo.
Para concebir una agricultura con parámetros de modernidad, será necesario tomar el agroturismo como una opción productiva válida que aporte a la innovación, con la visualización hacia la necesaria diversificación de la actividad sectorial, cuyo énfasis está dado por encontrar nuevas formas de contrarrestar el declive de la histórica explotación agrícola tradicional, que por lo demás le ha restado valor a esta actividad, por cuanto, una de las posturas más vanguardistas en esta materia está dada por integrar a esta propuesta el concepto de conservación del medioambiente, identificando aspectos culturales que revaloricen también una postura de un buen vivir que claman quienes se sienten identificados con los territorios.
El agroturismo con su impronta ha significado un aporte el desarrollo económico de diferentes áreas, contribuyendo también a rescatar y mantener formas productivas agropecuarias tradicionales, que desde el medio rural hacen relevar la cotidianeidad de nuestros campos, con actividades como: cosechas, ordeño, rodeo, trilla, elaboración de conservas, asistencia en la alimentación y cuidado de los animales, que pueden ser introducidas como experiencia, con el fin de generar conciencia sobre estas prácticas que conservan intactas las formas de aportar a la industria agroalimentaria del país.
Por otra parte, el agroturismo es una práctica habitual tanto en Europa como en Estados Unidos, donde estas grandes potencias mundiales, favorecen a la actividad económica a través de relevar el valor que representan zonas específicas de la periferia, presentando sus bellezas naturales, a la vez que el visitante pueda conocer también los procesos productivos, costumbres y tradiciones, apreciando además la arquitectura tradicional, que pasa a ser una importante práctica que ayuda a interiorizarse de las diferentes formas de apreciar lo local. En este contexto, el turismo se perfila como una vía natural para el desarrollo de las zonas rurales, sobre todo de las más desfavorecidas, aprovechando los recursos del agro no sólo como materia prima para la industria, sino como factor de atracción para el turismo.